Cualquier pérdida es dolorosa. El duelo de un ser amado es especialmente difícil de superar. La ruptura de un matrimonio, el fin de una relación de pareja, el alejamiento forzado de las personas que amamos, la pérdida de empleo, los cambios físicos repentinos debidos a una enfermedad o accidente, además de la pérdida de bienes, de objetivos y de ideales, deben pasar por un proceso de duelo. Este proceso es un camino sinuoso y complejo que supone una experiencia intensa a nivel psíquico, emocional, mental y espiritual. Ante la Ilegada de esa pérdida inesperada y, muchas veces, incomprensible, cada persona vive su dolor opresivo y personalísimo. El sufrimiento forma parte de la vida y saber crecer a través del duelo es el único camino hacia una existencia plena.