Gracias a Macrobio (c. 400 a. C.), el occidente europeo conoció el relato con el que Cicerón concluía la República. El Sueño de Escipión de Cicerón (según Ellémire Zolla, la Bhagavad Ghíta de occidente) es un breve tratado de impronta pitagórica en el que se presenta a un Cornelio Escipión que, antes de la destrucción de Cartago, visita en una visión/sueño, como si de un vuelo chamánico se tratara, a Escipión el Africano. Éste le muestra la composición del universo y le insta a afrontar la guerra con ánimo místico, a practicar las virtudes y a desapegarse de la gloria terrena. Un denso enigma invade la figura de Macrobio. Su comentario filosófico del relato ciceroniano se inscribe dentro del neoplatonismo propio de su tiempo, siendo Platón, Plotino y Porfirio los autores más citados. Una cuidada estructura rige su comentario, ordenado a partir de las citas literales del relato de Cicerón, que contienen unos dos tercios de la obra. En un sentido semejante a los cultos mistéricos y a los oráculos caldeos, Macrobio concibió las almas individuales como espíritus caídos desde las esferas superiores en la materia.