VERLAINE, PAUL
No hay nada más extraño que la prosa de un poeta, más cuando el poeta es brillante, el padre, para muchos, de todos los poetas; padre brillante y malvado, bondadoso y enfermo, eternamente en fuga. Verlaine escribió "Louise Leclercq" y "Pierre Duchatelet" en 1886, casi al final de su vida, después de todo, y en especial después de sus huidas a Bruselas y a Londres, siempre perseguido, después de la guerra franco-prusiana, después de haber abandonado a su mujer, a su hijo y al esposo infernal. "Louise Leclercq" es la historia de la felicidad burguesa rota; "Pierre Duchatelet" es el relato del sitio de París de 1871 desde los ojos de un hombre joven que empieza su vida; las dos son las historias íntimas del propio Verlaine, que huyó de la felicidad y luchó en la guerra, y que consideraba estos textos como autobiográficos. "El poste", un cuento breve, es el homenaje a su admirado Poe. Y "Madame Aubin", su único drama en prosa, una pieza delicada, pompier casi, que entronca con la belleza lánguida e inocente de las "Fiestas galantes". Pero las cuatro obras, tan distintas, están unidas por la obsesión de la fuga, la constancia terrible de la huida y el amor.
Nacido en Metz (Francia) el 30 de marzo de 1844, se desvió prontamente de la correcta senda que le hubiera correspondido como vástago de una familia de la pequeña burguesía francesa, abrazando una turbulenta vida de hombre de letras, sin vocación para otro menester. Durante algunos años compaginó su trabajo como escribiente en el ayuntamiento de París con la vida literaria, frecuentando cafés y tertulias donde se codeó con otros escritores. Su primera obra, Poemas saturnianos, sería publicada en 1866, mostrando la impronta que la poesía de Baudelaire le había causado. Años después contraería matrimonio con Mathilde Mauté, a quien abandonó al llegar a su vida el poeta Arthur Rimbaud, con el que vivió un romance que llevaría a Verlaine a prisión en 1873. En esta etapa de madurez publicaría Romanzas sin palabras (1874), poemario al que seguirán obras tan memorables como Los poetas malditos (1884). Como representante del decadentismo, murió en 1896 a causa de una sobredosis, marcando su poesía el fin de un siglo; dos años antes había sido elegido «Príncipe de los poetas».