El término minimalismo no siempre se ha empleado con propiedad, especialmente en arquitectura, y aún hoy da lugar a confusiones y contradicciones que surgen cuando se usa para definir una corriente, una escuela o una tendencia creativa. La expresión empezó a circular durante la década de los sesenta, cuando entraron en escena célebres artistas como Donald Judd y Robert Morris. Interiores minimalistas propone un exhaustivo recorrido visual por los espacios que mejor resumen esta estética, resultado de una época que es víctima de los excesos de la sociedad de consumo. Los proyectos seleccionados se caracterizan por su estilo minimalista, pero también por la luz y la manera como incide en los volúmenes, por las masas que componen los edificios y configuran el espacio, el diseño y la estructura, por las texturas de los materiales que adquieren una importancia fundamental, en detrimento de cualquier forma de decoración u ornamento, sin hacer concesiones a la comodidad o a evocaciones innecesarias. Una arquitectura, en suma, que aboga por formas concretas, pensadas para relacionarse con su entorno, y cuya identidad la definen la funcionalidad, la pureza de líneas y las formas geométricas.
