NSUE ABENGSA, LELYS
Porque al final, esta gran desconocida a la que llamamos vida, se nutre de instantes. Los segundos son irrecuperables, pero nos dejan grabados en la memoria pequeños resplandores que, en realidad son efímeros, pero nuestro corazón puede guardarlos durante años. Amistades, amores, anécdotas, lugares, personas. Casi todo lo que entra en intersección con la curva de nuestra existencia nos produce un destello. Los hay bellos, amargos, algunos dormidos que chisporrotean de vez en cuando, otros incluso están muertos. Cada uno termina siendo definido por su colección personal de ráfagas. Somos recipientes de luz, almacenamos destellos.