AZCONA FERNANDEZ, RAFAEL
Entre 1952 y 1958, es decir en el periodo que transcurre entre su marcha de Logroño y sus comienzos como trabajador de la industria cinematográfica, Rafael Azcona colaboró en diversas y variopintas publicaciones, pero lo hizo principalmente en La Codorniz, de cuyo equipo de redacción llegó a formar parte durante un tiempo.
Con el fin de recuperar su obra «perdida» y de ofrecer a los lectores no
solo una extensa muestra del talento humorístico de Azcona sino también un retrato coral de la sociedad española de los años cincuenta, hemos reunido en tres volúmenes todas las colaboraciones firmadas (con su propio nombre o bajo seudónimo) que publicó en la que fuera «La revista más audaz para el lector más inteligente».
Estas aportaciones, contemporáneas de sus obras más celebradas (El pisito; Los muertos no se tocan, nene; Los ilusos, etcétera), no son simplemente las creaciones de un joven desbordado de talento que huye de mediocridad provinciana para ganarse la vida como escritor, sino que son también el humus -muy enriquecido- de sus posteriores aportaciones tanto cinematográficas como literarias.
Además de los textos, publicamos la mayor parte de su obra como dibujante de chistes y viñetas, y entre ellas las que en su tiempo fueron todo un fenómeno editorial: el Repelente Niño Vicente.
Un humor delicado y cáustico a la vez electriza estas obras, en las que Azcona construye en ocasiones un mundo al revés -siempre gamberro y siempre amable- a la par que comparte con el lector sus divertidas obsesiones: Un humor, en el que se hacen patentes las lecturas de Jonathan Swift y de otros clásicos de la irreverencia, y que le permite asomarse a la realidad y, acompañado de una mirada incrédula y única, descubrir el deslumbrante brillo de una sociedad completamente gris.
Rafael Azcona (Logroño, 1926-Madrid, 2008) abandonó su ciudad natal a los veinticuatro años para instalarse en Madrid, donde colaboró con textos y dibujos en varios diarios y revistas, principalmente en La Codorniz. En los años cincuenta escribió media docena de libros que aparecieron en colecciones de humor, y su personaje de «El repelente niño Vicente» fue muy popular en aquella época. Al cine aterrizó, según decía, «por azar», y llegó a ser uno de los mejores guionistas cinematográficos europeos y un hombre esencial en el cine español. Escribió más de ochenta películas, fue Premio Nacional de Cine, recibió el Goya de Honor de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas y obtuvo la Medalla de Oro de las Bellas Artes.