ZOLA, ÉMILE
De marcado carácter autobiográfico y primera novela que escribió el gran escritor francés y maestro del naturalismo Émile Zola, La confesión de Claude narra bajo forma diarística la siguiente historia: llegado a París de provincias, el joven Claude anota en un diario sus impresiones y sentimientos, una vida muy distinta a la que había imaginado en los paseos con sus amigos en la Provenza de su infancia. A ellos les escribe para dar cuenta de su desamparo ante el frío, el hambre y la falta de alguien con quien compartir su existencia miserable. Una noche, Claude conoce a Laurence, muchacha salida del arroyo que vive la bohemia parisina. Al poco, decide darle cobijo, y, en su fuero interno, se propone amarla y redimirla. Sin embargo, la presencia de una vieja alcahueta y de Jacques, amigo y vecino de Claude, podría complicar las cosas?
Novela aún romántica por su forma y estilo, La confesión de Claude es un certero estudio sobre los celos, el pecado, la redención y el amor imposible. Su publicación levantó un gran revuelo en Francia, si bien la censura, tras minuciosas pesquisas, decidió al final no prohibirla, con lo que fue el primer paso de Zola en el campo de la novela y toda una declaración de intenciones de una nueva ética y estética que quería describir la realidad tal como era y no tal como la había idealizado el romanticismo: el naturalismo.
Nacido en
París en 1840, pasó su infancia en Aix-en-Provence, donde trabó una gran
amistad con Paul Cézanne. A los veintidós años entró a trabajar en la editorial
Hachette, empleo que abandonó en 1866 para dedicarse en exclusiva al periodismo
y a la literatura. Ya en 1864 había publicado un libro de tinte romántico que
cosechó un gran éxito: Contes à Ninon.
En 1867 saca a la luz su primera novela «naturalista», Thérèse Raquin, considerada en su momento littérature putride. En 1868 comienza el ciclo de los Rougon-Macquart, cuyas veinte novelas
concluyó en apenas veinticinco años. Condenado a un año de cárcel por su intervención
en el caso Dreyfus, en 1898 se exilia en Inglaterra durante once meses. En
1902, muere en París, asfixiado por las emanaciones de una chimenea.