EL QUE APAGA LA LUZ, título tomado de una frase de Somerset Maugham, es un libro lleno de enfermos incurables, obsesiones que desembocan en la peor de las pesadillas (el insominio) y que sólo encuentran alivio en el suicidio. Personajes atormentados por culpas de las que no pueden arrepentirse, que intentan encontrar respuestas para argumentar sus culpas pero sólo hallan angustia e incertidumbres. Un hombre que escucha cada noche el gemido de la Torre de Pisa, un muchacho que siente que todos los instantes de su vida ya habían sucedido antes, la triple negación del primer Papa, un niño que cuando sea mayor quiere ser huérfano, la soledad de una gorda, o el insomnio de un terrorista, entre otras perversiones, convierten a EL QUE APAGA LA LUZ en un libro muy optimista: le dice a los lectores que tienen suerte de no ser uno de los protagonistas. Porque, aqué engañarnos, pocas cosas nos consuelan tanto y nos ayudan a soportar y a debilitar nuestras desgracias, como las desgracias que castigan a los otros. Una revelación (Miguel GarcíaPosada, El País) Un excelente narrador (Luis Antonio de Villena, El Mundo) Un libro de culto, un talentazo (José Ribas, Ajoblanco)
Nació en el verano del 66 en Xerez. Ha vivido en Barcelona, Madrid, Roma,Londres y Sevilla. Aunque en su bibliografía se hacinan los títulos, él dice que en realidad sólo ha escrito un libro de poemas --repartido en tres volúmenes hasta hoy-, uno de ensayos --repartido en cuatro volúmenes-- y uno de relatos--repartido en cinco volúmenes, entre los que está El Estadio de Mármol (Seix Barral, 1995). Además, es autor de las novelas Yo soy, yo eres, yo es (1995), Nadie conoce a nadie (1996), que fue llevada a la gran pantalla por el director Mateo Gil, y Los príncipes nubios (2003), con la que ganó el Premio Biblioteca Breve de Seix Barral. Es coordinador de la revista Zut.
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