VERLAINE, PAUL
Paul Verlaine (Metz, 1896), el «padre y maestro mágico, liróforo celeste» invocado por Rubén Darío con toda admiración y un algo de sorna, fue y sigue siendo el poeta más representativo del simbolismo francés. Hijo de un oficial de la Armada y de una joven de familia terrateniente, estudió en París y empezó a escribir versos, como casi todos los poetas, desde muy joven. Su primer libro, Poemas saturnianos, nos lo muestra bajo la influencia bifronte de Baudelaire, el primero de los modernos, y la de los ya un tanto ajados poetas de El Parnaso. A Verlaine se le recuerda hoy casi más por su tormentosa vida (su relación con Rimbaud, incluyendo un disparo en plena calle y dos años de cárcel, sus crisis religiosas y sus crisis alcohólicas, sus días de negra miseria y su dorado nombramiento casi final, dos años antes de su muerte, de «Príncipe de los poetas») que por los poemas que escribió, pero fue poeta, un magnífico poeta, de amplia influencia sobre los poetas que le siguieron y buena parte de su obra es aún mucho más que historia y arqueología y puede seguir leyéndose con gusto. En España fue el determinante de la gran aportación traída por Darío a la poesía castellana y en los años veinte llegaron a publicarse una docena de sus principales obras traducidas por buenos poetas del momento como Mauricio Bacarisse, Enrique Díez-Canedo, Emilio Carrere, Guillermo de Torre y Eliodoro Puche.
Fiestas galantes (1869) es el segundo, y uno de los mejores, de sus libros, que rescatamos en la casi desconocida versión del gran Manuel Machado, uno de los grandes admiradores de Verlaine. Incluye una presentación de Miguel d'Ors, especialista en la vida y la obra poética de Manuel Machado.
Nacido en Metz (Francia) el 30 de marzo de 1844, se desvió prontamente de la correcta senda que le hubiera correspondido como vástago de una familia de la pequeña burguesía francesa, abrazando una turbulenta vida de hombre de letras, sin vocación para otro menester. Durante algunos años compaginó su trabajo como escribiente en el ayuntamiento de París con la vida literaria, frecuentando cafés y tertulias donde se codeó con otros escritores. Su primera obra, Poemas saturnianos, sería publicada en 1866, mostrando la impronta que la poesía de Baudelaire le había causado. Años después contraería matrimonio con Mathilde Mauté, a quien abandonó al llegar a su vida el poeta Arthur Rimbaud, con el que vivió un romance que llevaría a Verlaine a prisión en 1873. En esta etapa de madurez publicaría Romanzas sin palabras (1874), poemario al que seguirán obras tan memorables como Los poetas malditos (1884). Como representante del decadentismo, murió en 1896 a causa de una sobredosis, marcando su poesía el fin de un siglo; dos años antes había sido elegido «Príncipe de los poetas».