RYSZARD KAPUSCINSKI
Ébano no es un libro más sobre África: es un fresco inmenso desde África. Para escribirlo Kapu?ci?skiáno visitó el continente: se mudó a él, y esa mudanza le cambió para siempre. A las orillas de los caminos de tierra roja se fijó en todo lo que un «enviado especial» pasa por alto: las prisas de la descolonización atropellada; la marcha incesante y con lo puesto del gentío; los retablos profundamente humanos que una y otra vez se arman y desarman en las cunetas de la Historia.
Sus crónicas a pie de calle y carretera se empaparon de ese feeling profundo del continente que olemos y casi palpamos al leerlas: la impresión simultánea de movimiento perpetuo y de permanencia nómada, esa convivencia de lo efímero y lo ancestral que cuestiona valores que en Occidente creemos sólidos como la roca.
Ébano pasaba de mano en mano entre la pequeña colonia de expatriados de Malabo, en Guinea Ecuatorial, donde a los veintipocos viví y trabajé como profesor. Nunca se me olvidó la irritación de Kapu?ci?skiáante quienes al regresar a sus países «presumían de haber vivido en África, a la cual no habían visto en
Ryszard Kapuscinski (Pinsk, Bielorrusia, aleshores part de Polònia, el 4 de marzo de 1932 - Varsòvia, 23 de gener de 2007). Va estudiar a la Universitat de Varsòvia i va ser corresponsal a l'estranger fins el 1981. Durant la dècada dels anys cinquanta, mentre recorre la Polònia més profunda, un Kapuscinski aprenent de reporter viu obsessionat amb la idea de creuar la frontera. Fracassa en la seva aspiració de viatjar a Txecoslovàquia però, a canvi, la redacció del diari pel qual treballa l'envia a la India. El flamant corresponsal, aleshores un jove de províncies, marxa amb un llibre sota el braç, la Història, d'Heròdot, que li ha regalat la seva cap. Aquest llibre, company de viatge inseparable, resultarà decisiu per a la formació professional i personal del futur autor d'obres tan importants com Eben, Un dia més de vida o Lapidarium.