CERRADA, CRISTINA
Un adolescente que acaba de tatuarse un lobo en el pecho, un divorciado que ha robado el espantoso bodegón que preside el comedor de un restaurante, un parado que ante su mujer simula seguir trabajando, un padre de familia que asegura haber matado a dos peligrosos alienígenas, una niña que no puede llorar, la hija de uno que se ha emborrachado y le ha cortado las patas a la mesa del salón... Pese a que, al menos en apariencia, tienen siempre cerca a un buen número de familiares y conocidos pendientes de ellos, los narradores de los relatos de Compañía están abocados a la soledad y, quizá por ello, todos desconfían enfermizamente de la realidad que los circunda, y construyen discursos con los que intentan engañarse a sí mismos y así huir de la desesperación.\nLos procesos obsesivos, la incomunicación, el egoísmo y la falta de aceptación de la realidad. el desamor o el amor confundido con sentimientos de rechazo, de violencia o de repugnancia. la sumisión a un destino supuestamente impuesto pero en realidad buscado y casi anhelado de forma tan inconsciente como fatal. la confusión de los verdaderos sentimientos que se poseen... Estos relatos componen una obra coral sobre la soledad de nuestro tiempo. En la línea de los más grandes músicos y escritores, el silencio es la materia fundamental con la que trabaja Cristina Cerrada.\n\n
Cristina Cerrada es autora de las novelas Calor de hogar, S. A. (2005), La mujer calva (2008), Cenicienta en Pensilvania (2010) y Europa (Seix Barral, 2017), y los libros de relatos Noctámbulos (2003) y Compañía (2004). Colabora en diversos medios y forma parte del colectivo artístico Hijos de Mary Shelley.