Es una voz que palpita, pero no se reconoce reflejada, como la lluvia que cae por azar en la cascada. Decidí hablar en este poemario como si lo escribiera alguien muy íntimo, porque me apetecía, sin tener que dar más razones que las que el lector puede aventurar. Sigo siendo yo sin calendario, ni menú, ni educación apostólica romana.
Frente a la decoración de otros o el biografismo insulso de muchos, la cultura y las técnicas literarias tienen en la poesía de Luppi un sustrato de vida y un tono coloquial cuyo improvisado fulgor camufla con elegancia un oficio y una cuidadosa elaboración.