PANERO, LEOPOLDO MARÍA / CABALLERO, FÉLIX J. / PANERO,LEOPOLDO MARIA / CABALLERO,FELIX
LEOPOLDO MARÍA PANERO (Madrid, 1948 - Las Palmas, 2014) y FÉLIX CABALLERO (Madrid, 1958) desde el año 2005 han escrito en colaboración una decena de libros de los que aquí presentamos una selección. En una perfecta sintonía los dos poetas escriben y reescriben el mismo poema hasta el punto de que los dos son autores conjuntos; las voces individuales de cada uno han conseguido una amalgama sin individualismos, aunque la personalidad poética de Leopoldo María sea más que evidente.
«Porque toda poesía debe nacer de la locura y todo poeta debe adorar al Diablo, como dijera Blake. El Diablo, que estuvo desde siempre loco, loco como la vida, como el silencio indeleble de la vida, como la muerte que aúlla en las puertas, como el ladrido de los perros en la noche buscando la ceniza del poema, del poema atroz y despiadado de Félix Caballero... Ahora bien, como dijera yo, parafraseando a Lacan cuando decía aquello de que el deseo del hombre es deseo del otro, el discurso del hombre es discurso del otro, y mi poesía es a la poesía de Félix Caballero». LEOPOLDO M. PANERO
Leopoldo María Panero (Madrid, 1948), poeta español, encuadrado dentro del grupo de los novísimos. Panero es el arquetipo de un malditismo cultivado tanto como repudiado. Hijo de Leopoldo Panero (1909-1962), poeta de sugerente voz, el joven Leopoldo María Panero, al igual que tantos descendientes de los prohombres del régimen franquista, se siente fascinado por la izquierda radical. Su militancia antifranquista constituirá el primero de sus grandes desastres y le valdrá su primera estancia en prisión. Tiene una formación Humanista, estudia Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid y Filología Francesa en la Universidad Central de Barcelona. De aquellos años jóvenes datan también sus primeras experiencias con las drogas. Desde el alcohol hasta la heroína, a la que dedicaría una impresionante colección de poemas en 1992, ninguna le es ajena. En los años 70 es ingresado por primera vez en un psiquiátrico. Sin embargo,sus constantes reclusiones no le impiden desarrollar una copiosa bibliografía no sólo como poeta, sino también como traductor, ensayista e incluso narrador. A finales de la década de los 80, cuando por fin su obra alcanza el aplauso de la crítica entendida, se decide que ingrese de manera permanente en el psiquiátrico de Mondragón.