El título de un libro suele ser en mi una tardía, casi impuesta tarea. Pero El ABC de Byobu, en cambio, antecedió a su contenido: este nació para justificarlo. Los monjes budistas inscriben en sus tabletas un nombre nuevo, para el inverso nacimiento de la criatura en su muerte. Confío en que Byobu, biombo que puede esconder diversas almas o al menos, estados de alma, no haya nacido muerto o no muera en este segundo nacimiento, que me felicito que sea en España. Porque Byobu tuvo uno peculiar y casi de criatura humana, viniendo a vida impresa, letra a letra, durante ocho laboriosos meses, como en tiempos de Gutenberg, en México,para suscriptores, por obra de un pintor que ama la poesía. Objeto de circulación restringida, renace, con algunos cambios y curioso de nuevas lecturas y nuevos amigos, en las manos acogedoras de adamaRamada.
Ida Vitale nació en Montevideo en 1923. Allí estudió Humanidades y tuvo como maestro a José Bergamín. Juan Ramón Jiménez la incluyó en una presentación de jóvenes poetas en Buenos Aires. Profesora de literatura hasta 1973, la dictadura la forzó, como a otros intelectuales, al exilio. Vivió en México de 1974 a 1984 y, desde 1989, en Austin (Texas), desde donde viaja regularmente a su país. Vitale publicó su primer libro, La luz de esta memoria, en 1949. Le siguieron Palabra dada (1953), Cada uno en su noche (1960), Oidor andante (1972), Jardín de sílice (1980), Parvo reino (1984), Sueños de la constancia (1988) y Procura de lo imposible (1998), publicados en Montevideo, Caracas y México. Además de poeta, es crítica literaria y prestigiosa traductora. De sus obras en prosa publicaremos en breve Léxico de afinidades (1994), del que Álvaro Mutis ha destacado su «prosa inteligente», «su decantada sabiduría».